Creación de la casa Stonehouse

jajaja bueno ya hablaremos de los regalos de vuestro cumple xDD

Si, este es. Estaba en este mismo hilo hasta que paco me "EDITÓ" el mensaje, dejandolo sin nada...ese está en mejor tamaño...

BUeno, no necesito mucho la historia del Lord por eso de haberme criado fuera. Esta tarde tienes la historia de mi PJ, que ya está casi terminada.

Ummm, a ver si dejamos los personajes para el final, que quedan cosas por hacer aún de la casa.

Kaju, tío... ese lord, que ya estamos con la borrica a brincos...

Bueno, ya tengo el PJ y la descripción del castillo por fuera. Describo un poco lo de dentro y lo cuelgo.

Está incompleto, pero a falta de ultimar unos detalles, os relato la historia más reciente de la casa StoneHorse, que además, coincide con los momentos más duros. Ahí va:

PUNTO 6 Y 7: LA NOCHE MÁS LARGA

El juego de tronos llegaba a los movimientos finales de la partida.
Los reyes habían desgastado a sus tropas en violentos choques.
Las espadas habían girado como un remolino en la tormenta.
Los cuervos habían dejado de graznar, saciados de cadáveres.
El baile de los dragones había tocado a su fin.
El gélido viento del norte helaba la misma vida.
El dulce sueño de primavera se había tornado en pesadilla.

Y los caballos de piedra mantenían su desafío al tiempo…

Tras largos años de convulsión política y devastadoras guerras, Poniente parecía alcanzar de nuevo la “paz del rey”…pero, ¿de qué rey? Ningún hombre se había consolidado como los legendarios reyes de antaño, cuyos nombres perduraban en el tiempo. Aquí y allá, las espadas juramentadas proclamaban a sus respectivos señores, pero bien es cierto que ninguno de esos señores tenía derechos plenos sobre el reino.

Y esa es la semilla de la planta cuyos frutos tiñen de sangre las llanuras de Poniente.

Lejos en el norte, a pocas leguas de El Muro, se erige Punta de Lanza, y los orgullosos StoneHorse gobiernan la montaña, con el beneplácito de los antiguos dioses.

Transcurren los últimos días del otoño, allá por el año xxx, y todos los señores, tanto en el norte como en el sur, se apresuran para llenar sus despensas y almacenes de los víveres que les mantendrán en el crudo invierno, más crudo si cabe, en las montañas norteñas.

Bernelio Dedosdeoro, es el administrador y consejero de finanzas de Lord StoneHorse (el Lord actual o su padre, según cuadren las fechas), hombre menudo, de brazos delgados y poco agraciado en lo relativo a la belleza, pero de mente audaz y ágil para los números. Conoce a Lord StoneHorse desde hace más de diez años, y con su llegada, las tierras de la casa de los caballos de piedra han generado muchos dragones de oro. También es el responsable del cómputo de los víveres invernales, y nadie duda que gracias a su empeño, el hambre no hará acto de presencia durante el próximo invierno…Y así debiera haber sido.

Pero he aquí que Bernelio quedó prendado de una bella mujer, perteneciente a una casa menor de reciente aparición(la casa puede ser relevante o no, según acordemos). Y así se lo comunicó al Lord, pensando que no habría problema alguno para que el Lord arreglara el matrimonio. Al fin y al cabo, llevaba diez años a su servicio, y durante los mismos, el Lord se había beneficiado de los consejos y las gestiones que Bernelio le había dado. Era menor su petición, en comparación con todo el oro que había generado.

Sin embargo, encontró un No por respuesta. Eran tiempos duros los que se acercaban y el Lord le necesitaba a tiempo completo, sin “nada” que le distrajera…Además, podía coger a cualquier moza del pueblo, o del castillo, para que le aliviara durante las frías noches, eso le había dicho el Lord.

Bernelio quedó defraudado, decepcionado. Pero, ¿qué podía esperar? ¿Acaso pensaba que el Lord era su amigo? No, simplemente lo usaba. Usaba su cabeza para las finanzas, para el comercio y para administrar las riquezas de la casa. De la casa, que no las suyas.

Podría haber soportado esa decepción, haberse acostumbrado a ella. Pero lo que no pudo soportar fue el sentirse traicionado. Al poco de su conversación con el Lord, descubrió que la mujer que anhelaba había sido entregada al capitán de la guardia de Punta de Lanza, como recompensa a los largos años al servicio de los StoneHorse. A los largos “seis” años que llevaba allí el capitán de la guardia se dijo Bernelio. Seis años, frente a los diez que llevaba él. No lo pudo soportar. Y aquello que era su regalo de los dioses, aquella agudeza mental que Bernelio atesoraba, se tornó fría y calculadora, y más afilada aún, contra los caballos de piedra.

Quedaban unos meses aún para los primeros días de invierno, tiempo más que suficiente para que Bernelio siguiera administrando, comerciando, y calculando, pero esta vez, lo hacía veladamente para otro destinatario, para sí mismo.

Bien es sabido por los grandes señores de las casas de Poniente, que para mantener en pie el hogar y tierras de uno son necesarias tres cosas: Una mano fuerte que gobierne estricta pero justamente, para sofocar cualquier atisbo de rebelión o deslealtad, muchos hombres de armas leales a uno, por si lo primero no es suficiente o si el vecino decide atacarte y, por último, oro, mucho oro, con el que poder mantener la lealtad de tus hombres y engrandecer la casa de uno. Pero resulta que el oro puede comprar a las espadas, y también la lealtad del brazo que la esgrime. Y por aquellos tiempos, era Bernelio quien manejaba cuentas y administraba Punta de Lanza.

El Lord de la casa StoneHorse no lo vio venir.

Hacia una semana que el cuervo blanco de la ciudadela acababa de traer la noticia a Punta de Lanza. El invierno ya estaba aquí. Un humo negro subía serpenteante hacia el frío cielo azul. Durante la noche anterior, el piafar de caballos y los gritos de fuego habían sacado de su sueño a toda Punta de Lanza. Se había iniciado un fuego en la torre oeste y alguien había liberado a los caballos de los establos, que salían presos del pánico, o tal vez azuzados por una mano oscura, por la puerta sur del castillo. Sí, la puerta estaba abierta, y la guardia de la misma había aparecido asesinada.

Con los primeros rayos de sol, en la fría mañana, se había conseguido sofocar el fuego en la torre. Un fuego que más que destrucción buscaba distracción. Lord StoneHorse había dividido sus esfuerzos entre el incendio y la búsqueda de los caballos por la montaña, los caballos eran la sangre de Punta de Lanza, la fuerza de la casa. El Lord, una vez sofocado el fuego, esperaba ver aparecer a los hombres que había mandado en su búsqueda con al menos una gran parte de los equinos, pero ninguno de los hombres o de los caballos volvió aquella mañana. Fue entonces cuando el Lord echó en falta a Bernelio.

Más adelante, dos de los hombres que habían sofocado el fuego partieron en busca de noticias, pero lo que encontraron fue los cadáveres de algunos de los hombres que debían buscar los caballos durante la noche, pero del resto de hombres no había rastro.

El oro había comprado a la espada y la lealtad del brazo que la blandía. Traición afloraba a los labios del Lord.

Los hombres que apagaban el fuego habían permanecido leales a la casa StoneHorse. El resto se las había ingeniado para salir en la supuesta búsqueda de los caballos, salvo los pocos que aparecieron muertos, con una herida de arma blanca en la espalda, habían sido comprados con el oro de Bernelio, con el oro de los StoneHorse. Se dedicaron a recuperar los caballos que pudieron y emprendieron la huida hacia el sur.

Y por si todo esto no fuera de la mayor gravedad, quedaban por descubrirse aún mayores desgracias.

La cámara del tesoro de Punta de Lanza no presentaba signos de violencia, ni falta que hacía. Las supuestas sacas de oro y arcones de plata solo lo eran superficialmente, el resto de monedas eran de cobre o metales aún más innobles. En apenas un instante la casa había perdido 9 de cada diez monedas de oro y plata de las que tenía atesoradas. Pero no era esto lo único, los almacenes y despensas habían sufrido una suerte parecida, la mayoría de sacos de grano estaban rellenos de paja y gravilla. Y la carne de caza almacenada, mal conservada y llena de gusanos y larvas…Pero lo que más dolor le causó al Lord fueron sus caballos. Doscientos llenaban los establos apenas hace dos días, y tan sólo tres decenas se recuperaron tras la estampida y el robo. Eran la sangre de Punta de Lanza, y habían borboteado a través de la profunda herida.

El invierno había empezado apenas hacía una semana, y los habitantes que quedaban en Punta de Lanza se enfrentaban a él con apenas comida en las despensas y con la economía de la casa en quiebra.

Para colmo, muchos de los hombres leales habían muerto durante su guardia aquella noche y el capitán había aparecido atravesado por tres lanzas en las letrinas del castillo, su mujer, había desaparecido del pueblo…

Algunas poblaciones costeras cuentan cómo durante una noche, un grupo de hombres a caballo llegaron a orillas del mar, donde les esperaban tres barcos de grandes velas. Cargaron sacos y cajas en las bodegas de los mismos y luego hicieron pasar a los caballos.

Los hombres subieron a bordo entre risas. El último de ellos, menudo de cuerpo, dirigió una última mirada hacia el norte, luego se volvió y jamás volvería a mirar atrás, ¿para qué? Al fin y al cabo, una bella mujer le esperaba en su camarote.

Y en estas circunstancias hubo de enfrentarse la casa StoneHorse al último invierno, el más largo que se recuerda de la era reciente.

Es mejor que esto no esté tan reciente. Vamos, que mejor que pasara en tiempos del padre del actual lord. ¿OK?

Por lo demás, estupendo. Buen trabajo, Jorge.

JJ, necesito al Lord yaaaaaaaaaaa!!!!!!!!

Ains....

Paco, esta mu bien la ficha, que no deja contestar alli.

¿Qué falta por acabar? Además del Lord, claro.

o_O

Me queda rematar los relatos, quedan los mapas (si es que no están aún), retocar la descripción del castillo...ver si falta algún pnj, y los personajes, que yo aún no lo tengo.

Los mapas ya no depende de mí, los tiene Cym para terminar. ¿Retocar la descripción del castillo? ¿Qué le falta?

Nada, lo que hablamos de que sí había árboles alrededor, y no montaña pelada. No se si Paco quiere que cambiemos algo. Por lo demás ok.

Yo de momento no cambio nada.

Hombre fornido con mirada inquisitiva, cabellos plateados por la edad, gesto rudo y serio, reflejo exacto de su personalidad. A sus 45 años se ha formado un carácter posesivo, dominante y justo.

Hijo de Lord Alaran y Lady Diana, es el mayor de 5 hermanos. El matrimonio entre Alaran y Diana engendró cuatro niños, Dalren, Julius, Caligulín y Gregor, y una niña, Roselyn. Todos ellos aún con vida.

Ya desde pequeño, el bravo e impulsivo Dalren mostró cierta aprensión hacia la corte y todos los asuntos que estuviesen relacionados con ella. Para él, los cortesanos y nobles eran una mera compañía, carentes de significado y de algún tipo de “gracia”. Con el paso del tiempo este sentimiento fue disminuyendo, aunque nunca llegó a desaparecer por completo.

Como primogénito de la casa StoneHorse, se vio obligado desde pequeño a aprender las costumbres y tradiciones familiares. Quizá por ello, Dalren desarrolló un gran respeto por estas, dándoles gran importancia, en ocasiones por encima de otras tantas cosas.

Desde joven y durante toda su infancia, el noble Dalren recibió los tratos apropiados a su posición. Además, cuando contaba con tan solo 14 años participó en el torneo conocido como “Las doce Justas”. Era un evento realizado por los nobles del norte para aliviar el ánimo de las gentes. Dalren StoneHorse ganó el torneo a pie y realizó una gran actuación dentro de las justas al conseguir derribar a nobles y experimentados señores. Hacía mucho que nunca un joven había destacado tanto en un torneo, aunque si bien es cierto que el paso del tiempo hizo que se alejase de los combates.
Pese a todo, el trato de su padre hacia él y sus hermanos era el mismo que tenía hacia el resto de caballeros vasallos, con quizá algún cumplido, aunque con mayores exigencias.

Los años fueron pasando, y el joven señor vio cómo algunos de sus hermanos marcharon a distintos lugares, unos para aumentar su conocimiento, otros por compromisos de familias. Su hermana fue casada con un miembro de los Greenriver, aunque la muerte del hombre llegó temprano. Por fortuna, ella quedó preñada antes de su fallecimiento, dando a luz meses después.

Con 26 años contrajo matrimonio con Lady Mariana Umber, hermana menor del Lord. Quizá se le podría considerar una mujer normal, si no fuese por unos hermosos ojos grises, lo que le daba un aspecto único y mágico. El matrimonio se concertó entre las familias para el favor de ambas, sobre todo la de los Umber, debiendo una deuda que años más tarde se vio pagada.
Un año más tarde de contraer matrimonio, Lord Alaran falleció, recayendo sobre los hombros de Dalren el peso de convertirse en el nuevo Lord de la casa StoneHorse. Unos lo festejaron, y otros tantos no. Siempre corrió cierto rumor, pues el señor falleció en una partida de caza en la que también estuvo presente su hijo. Las malas lenguas lo acusaron, aunque otros lo vieron imposible, pues su padre siempre fue justo con él, y el joven señor no parecía ambicionar el puesto de Lord. Con el paso del tiempo los rumores se fueron apagando, pero la leyenda oscura nunca desapareció por completo.

Todo parecía ir a mejor después de las dificultades que atravesó el anterior señor. El matrimonio fue fructífero, teniendo tres hijos, Galagard, el primogénito, Lya, y Lora, las dos hijas pequeñas. Pero finalmente la tragedia volvió a aparecer. Una grave y extraña enfermedad se aferró al pecho de Lady Mariana, llevándola hasta la muerte.
Fue un duro golpe para el Lord, tanto que estuvo durante años velando la memoria de su difunta esposa. Durante ese tiempo, su hijo mayor fue enviado con los Umber, sellando de ese modo la deuda, y asegurándose que recibiese la educación adecuada. Las dos hijas menores permanecieron en la casa, al igual que los hermanos del Lord que parecían regresar tras tanto tiempo. La gente volvía a comentar cosas, pero en esta ocasión todos lamentaban su situación, así como la pena de su señor.

Más de 7 años después, el Lord conoció a una hermosa joven, Lady Agatha RoaringHorn. La mirada de la mujer bastó para robar nuevamente el corazón de Dalren. Pronto se prendó de ella y tras tanto tiempo, el señor volvió a sonreír. De este modo, ambas familias quedaron emparentadas al llevarse a cabo el matrimonio entre los dos.

Una siniestra y oscura historia envolvió poco tiempo después a Lady Agatha, y sumiendo en la pena y la furia al Lord, que por cada día que pasaba parecía que su carácter se agriaba un poco más. Por fortuna ella apareció, pero los chismorreos no han cesado desde entonces.

El paso del tiempo pareció poner nuevamente todo en su lugar, pues el primogénito regresó a sus tierras mientras los hermanos se erigían como hombres sabios y honorables, propios de la casa.

Dalren StoneHorse destaca entre los suyos por su alto concepto de justicia, inflexible y firme. Es por ello que le llaman entre los suyos como “El justo”. Este sobrenombre le viene también por el arma familiar, un enorme hacha de dos manos llamada Justicia. El nombre de ésta fue otorgada por el abuelo de Dalren. Era la justicia que el difundo Lord Urrtu aplicaba a los presos considerados culpables.

Además de lo ya mencionado, tiene en alta estima a todo hombre que demuestre ser noble, leal y justo, procurando rodearse siempre de estos en sus partidas de caza, gran aficionado a ellas desde joven. Dicen que de ese modo recuerda a su padre, pues su rostro se vuelve más sereno al regresar con alguna presa.

Generalmente está acompañado por el caballero Gerard, uno de sus hombres de confianza y de los pocos que se han ganado su profundo respeto.

Tiene los hombros anchos y viste con un jubón de piel de ciervo rojo. Una fina y recortada barba adorna su duro y marcado rostro. Su ceño generalmente está fruncido, y la nariz es grande con una cicatriz que recuerda la lucha donde se la rompieron. Sin ropas o cuando lleva las espaldas al aire, se puede ver una enorme cicatriz que le recorre del hombro derecho a su cadera opuesta.

De su cuello siempre cuelga una cadena de oro y plata con una llave grabada con las iniciales de la familia. Esta llave pertenece a un juego de otras 5 que abren una serie de cerrojos de la cámara del tesoro del Castillo. Esto se realizó tras el “desfalco” del anterior tesorero, Bernelio, de la casa como medida de seguridad. Si no se abren todos los cerrojos no será posible acceder al ahora exiguo tesoro de la familia StoneHorse. Cada hermano del Lord y él mismo tienen una de estas llaves.

De carácter serio y rudo, se trata de alguien bastante carismático y respetado. Pocos son los que quieren enfadarle, y menos aún los que se le enfrentan abiertamente pues su palabra en sus tierras es la ley, algo que ciertas personas cuestionan tras el asunto de Lady Agatha.

Buenas nenes, a continuación cuelgo el último fragmento de la historia de la casa. Junto con el correspondiente a Bernelio (para aquel que sepa de quién hablo) son los hechos relevantes más recientes de la historia de la casa, que además, son bastante catastróficos.

Paco, en cuanto lo tenga todo unificado y maquetado de forma más o menos decente, te paso una copia...y si alguno más también la quiere, que me lo diga. A lo que iba:

Continuación Punto 7: La Noche más larga.

Comenzaba la larga y fría noche para los StoneHorse.

Los más ancianos de la casa cuentan las crudezas que se cernieron sobre la casa. El Lord, ante la acuciante necesidad de víveres, organizó un racionamiento estricto para cada miembro de la casa, los cargos importantes y los soldados. Al resto, no le correspondía bocado alguno, y debían buscarse su alimento, o simplemente, abandonar la casa. Pero ni si quiera esta medida iba a garantizar el sustento por más de 4 años, y el invierno fue largo, aún más largo.

El Lord decidió prescindir del orgullo y acudió a la corte de todas las casas norteñas que consideraba aliadas. Apenas restaban monedas en el tesoro, pero lo poco que dejó Bernelio podría pagar el grano de otros dos años. Pocas casas accedieron a la venta (cuales¿?); en invierno, el oro no se come, menos aún la plata. Menos de la mitad de las visitas fructificaron en unos cuantos sacos de trigo y frutos secos, pero cada aportación aumentaba las esperanzas de superar el crudo invierno.

El Lord vació las celdas, bien a base de acero, ó también otorgando la libertad. Era mejor esto que el hecho de dejar a los reos morir de hambre, no había alimento alguno para ellos.

Otra medida que fue tomada fue la de dar un dragón de oro a todo aquel hombre que consiguiera traer una pieza de caza mayor a Punta de Lanza, veinte stag de plata por una pieza menor. Pero dada la dificultad de la caza en el invierno, y que muchos de los que conseguían cazar algo optaban por llevarlo a su propio hogar, la medida apenas contribuyó a paliar el hambre de los StoneHorse.

Comenzaron las deserciones, primero poco a poco, y más tarde en grupos. Los hombres abandonaban Punta de Lanza a la búsqueda de un señor que les llenara las tripas de guiso. Ante la falta de soldados, aumentaron los disturbios, los pillajes y violaciones, y el número de bandidos en las montañas era cada vez mayor. Estaban comenzando a suponer una verdadera amenaza e incluso impusieron su propia ley por una gran parte de las tierras StoneHorse. Se dice que algunos de los soldados fueron vistos en asaltos y pillajes, cualquier cosa por tener el estómago lleno. Y al Lord, escaso de soldados y jinetes, no le quedaba otra opción que contemplar con impotencia todos estos eventos. El invierno fue largo, aún más largo.

Llegó un momento en que las tierras StoneHorse se redujeron en la práctica a Punta de Lanza y sus alrededores. El Lord apenas podía juntar un centenar de infantes y tres decenas de jinetes, y eso dejando prácticamente desguarnecida a Punta de Lanza. Decidió que lo mejor era garantizar la seguridad de Punta de Lanza, su hogar, el corazón de los StoneHorse…y dejar el resto de las tierras bajo la protección de los antiguos dioses, y las inclemencias del tiempo.

Los StoneHorse estaban flacos, más aún que sus caballos, pobre de aquel que mostrara una sola lorza en su cuerpo. Y es que ante lo prolongado de la crudeza invernal, y que no había señal alguna de que llegara a su fin, el Lord optó por dar muerte a los caballos, aquellos que de por sí, no morían solos. A medida que fueron pasando los meses, los establos se tornaron más silenciosos, y es que de tres decenas, apenas quedó una. El emblema del escudo de la casa corría peligro de quedar tan sólo en el recuerdo. El invierno fue largo, aún más largo.

Muchas mujeres abortaron por malnutrición, o bien se deshicieron de sus hijos tras el parto. No había nada que llevarse a la boca, y sus cuerpos famélicos apenas sí daban unas gotas de leche. Muchos de los niños que comenzaron el invierno no volverían a ver una primavera. Otros, incluso corrieron suertes peores. Algunos fueron vendidos a esclavistas, otros con fines aún más perversos, e incluso algunos acabaron al otro lado de El Muro…no se sabe que pudo ser de ellos. Los camposantos se llenaron de montículos cada vez más pequeños.

Todo Poniente sufría, más aún el norte. Y dentro del esta región, la casa StoneHorse ganaba en desgracia a todas las demás. El invierno fue largo, muy largo.

Y cuando en Punta de lanza ya faltaba hasta el hálito, el alma quebrada hecha añicos, y el corazón mismo cerca de su latido final, llegaron rumores del sur, rumores de aves blancas, cuervos albinos de la ciudadela, que llevaban un mensaje de esperanza enrollado a su pata.

Diez años se prolongó aquel invierno, pero aún hoy se escuchan los lamentos de quienes lo padecieron.

Como en ocasiones anteriores, el Lord tenía por delante la ardua misión de alzar la casa que le habían legado sus ancestros, generación tras generación a lo largo de más de seis mil años, y devolverla al lugar que le correspondía. Su casa estaba hecha ruinas, su territorio patas arriba y su alma hecha trizas. Pero por sus venas corría sangre StoneHorse, y si algo habían aprendido los StoneHorse durante tantos siglos, era a levantarse tras la caída. El invierno fue largo, aún más largo…pero había llegado a su fin.

Yo lo quiero todo, Giorgio, así me enteraré mejor.

Paco, ¿tienes tú los mapas de los castillos que te pasé el otro día?

Los mapas los tengo yo, no se muy bien por qué, imaghino que para ponerlos a salvo en algún momento dado los metí en el libro de reglas. El próximo día que nos veamos los llevo. Y cuenta con la copia de la historia. Ciao.

Citación :

Paco, en cuanto lo tenga todo unificado y maquetado de forma más o menos decente, te paso una copia...

Okis, si quieres mándame los textos y lo maqueto yo. No me importa.

Paco, ya tienes mi hostoria, ya me dir´ças si hay algo que no te gusta, si hay que cambiar algo o añadir something more...

Te la envio por Privado por la cuenta de este foro.

Pacorz tienes un mensaje no erótico mio en este foro.

Ya me dirás.

Wenas nenas. Tenéis un email. Espero que os guste. Ciao.